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Recientemente anunciamos la publicación de Edén, un juego de rol creado por Gabriel Soriano y Raulo Cáceres en un mundo muy parecido al nuestro y una época también similar a nuestro Neolítico. Es un mundo que ha sido visitado por muchas razas de criaturas extraterrenas de las más variadas procedencias. Hoy hablaremos de una de las razas incluidas en el juego.
No tengo por qué narrar los verdaderos nombres de los días, que descubrí hace doce lunas nuevas, ni tampoco cómo suenan las palabras Aklo, ni cuál es la lengua de Quíos, ni qué son los grandes y hermosos Círculos, o los Juegos Mao, o los Cánticos principales.
—Miembro del Pueblo Blanco
Esta raza proviene originalmente de la constelación de Tauro, en las Híadas próximas a la estrella Aldebarán. Gracias a su habilidad para intercambiar sus mentes entre cuerpos físicos, la mente del Aklo se introduce en el cuerpo de otro ser y obliga a la mente de este a entrar en el cuerpo que el Aklo abandona; así sobrevivieron al intento de exterminio por parte de otra raza alienígena (que devoró sus cuerpos originarios). Esta habilidad de los Aklo conocida como Asaltar Mente no está limitada ni en el tiempo ni en el espacio, y puede llevarse a cabo de forma masiva; es decir, que en un solo acto, los Aklo podrían sustituir a una raza al completo, cualquiera que sea el tiempo, distancia o dimensión en que viven, vivieron o vivirán.
Han sido innumerables los saltos que esta raza ha llevado a cabo a lo largo de su historia, habiendo sido huéspedes de muchas especies. Uno de estos saltos de mente hizo que la raza Aklo acabara en Edén, en el cuerpo de una antigua especie de primeros hombres.
Esta raza fue exterminadas y los Aklo se vieron obligados a enviar sus mentes a otros cuerpos de forma desesperada, acabando hospedados en los cuerpos de una especie de medusa acuática muy primitiva. Como tales, continuaron habitando el reino ahora sumergido que había sido hogar de sus anteriores cuerpos, lanzando exploraciones desde allí a todo el Mar de Hali. Fue así como descubrieron –en unas fosas abisales– los restos de un extraño mineral que se presentaba en fragmentos cónicos de un metro aproximado, y que dentro parecía contener una sustancia de aspecto viscoso que supuraba hacia fuera, y que emitía una tenue luz amarillenta.
Con el tiempo, los Aklo se dieron cuenta que este material producía un efecto mutante en los seres vivos, y lo utilizaron para cambiar sus cuerpos y sus mentes. Además, reuniendo todo el material amarillo que encontraron, construyeron un gigantesco trono en el centro de la ciudad que habitaban, cuyo respaldo sobresalía por encima del nivel del mar...