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En el principio, solo existía el todo. Una agitada masa en ebullición hecha de todo lo que podía llegar a ser. Aquel todo, al contener en su interior todo lo posible, también contenía una mente, y esa mente contenía pensamientos. Esta mente contempló una parte del todo y pensó «esta parte es la tierra», y así fue. Miró un área distinta, de posibilidad infinita, y pensó «eso es un océano; y eso, un cielo», y así fue. De este modo, aquella mente, pieza a pieza, comprendió y dio sentido al caos para convertirlo en el mundo de las formas, el cual seguía siendo el todo, pero más ordenado de lo que había estado antes.
Y cuando el mundo estuvo ordenado, la mente volvió su atención a sí misma y se fragmentó en miles y miles de pedazos.
Descubre en el cuarto título de la colección Mundos Fate el universo de Dioses y monstruos: un lugar brillante, limpio, recién salido de la pluma del creador. El paisaje resuena de majestuosidad, con extensas llanuras, descomunales montañas, tormentas que parten el cielo con una furia elemental y, aunque los humanos han avanzado a grandes pasos con sus ingeniosas herramientas y el uso del fuego, todavía se esconden tras los muros durante la noche. Es un mundo salvaje, gobernado por entidades salvajes, y el dominio del entorno por parte del ser humano está aún muy lejano.
Pero los humanos no son los únicos entes que piensan y caminan sobre la tierra. También hay dioses.
Y por más que finjan lo contrario ante los mortales, los dioses saben lo que son: fragmentos desgarrados del caos anterior al tiempo, manojos en bruto de posibilidades manifestados como mentes humanoides en cuerpos humanoides. Sus mentes controlan sus formas, sus siluetas se deforman para adaptarse a sus comportamientos y el mundo es todavía lo suficientemente joven para moldearse a sí mismo al antojo y voluntad de estos seres inmortales.
Pero a pesar de todo su poder, incluso los dioses conocen el miedo, el miedo a perder el control, de perderse a sí mismos en la avalancha de su propio poder y cruzar la línea que separa al dios del monstruo. Y cuando esa identidad se pierde, jamás regresa.
En Dioses y monstruos interpretas a un dios, un núcleo de poder poseedor de forma que camina sobre el mundo. Tanto tú como el resto de personajes jugadores formaréis un panteón, una tenue alianza de dioses en una parte concreta del mundo. Tu supervivencia no depende de la veneración por parte de los mortales, aunque estos representan un útil recurso y una fuente de poder, por lo que a menudo pelearás y realizarás escaramuzas contra panteones que son venerados por comunidades de otros lugares del mundo.
Si quieres saber más del nuevo Mundos Fate: Dioses y Monstruos sigue visitando nuestra página web y descubre en futuros artículos un juego en el que la gente se inventa historias sobre cosas maravillosas, terribles, imposibles y gloriosas.