Teme a la noche... ¡Tiene colmillos!

Vampire City pretende capturar el sabor de las historias de vampiros, pero uno que os dé a tus amigos y a ti el control. Las tramas y la violencia pueden ser oscuras e inquietantes; esa es la naturaleza de este ambiente. Todos los jugadores deben sentirse cómodos y trabajar juntos para estructurar un mundo y unos personajes con los que puedan interactuar y divertirse. Los argumentos pueden ir del horror a la aventura o a la política, dependiendo de vuestros gustos individuales.

Vampire City es un juego de rol pensado para un grupo de tres a cinco jugadores que no necesita un director de juego, lo que permite que todo el mundo participe en la misma medida. Al limitar los recursos de los jugadores, todos tenéis una parte igualitaria de tiempo de juego y es una experiencia verdaderamente colaborativa. En un juego de este tipo, los objetivos que los jugadores establezcáis para vuestros personajes serán primordiales; son las únicas guías de lo que intentaréis hacer. Los jugadores tendréis que elegir vuestras propias motivaciones y objetivos y dirigir la acción hacia esos fines. Además, cooperarán para establecer una estructura básica.

Este tipo de acuerdo para que no haya director de juego encaja bien con el género vampírico y tiene algunas ventajas interesantes. Aunque se debe implicar a todos los jugadores, no existe una motivación intrínseca para una única partida o para un supuesto grupo de personajes jugadores, lo que permite que haya una libertad considerable para perseguir los intereses individuales.

¡Incluso se pueden incorporar fácilmente papeles antagonistas, como villanos principales, u oponentes directos, como un cazavampiros! Siempre y cuando los jugadores podáis trabajar en una idea común, el único límite será vuestra imaginación.

Vampire City empieza un paso por detrás de los personajes, con los propios jugadores concibiendo los escenarios e incluso la propia naturaleza de los vampiros de su juego mediante un simple sistema de marcar casillas en listas. Estos detalles se acuerdan de antemano, pues establecen un telón de fondo y un contexto para los personajes que creará cada jugador. Este escenario puede jugar un papel habitual en las partidas de Vampire City que conforman una temporada o decidirse uno nuevo en cada sesión de juego. Para manejar los inevitables desacuerdos y las diferencias que puedan surgir, cada jugador recibe un puñado de marcadores de sangre, que se pueden utilizar para introducir ideas o para influir en la propia dirección del juego, tanto en su desarrollo como en el juego real. Cuando se propone una era para ambientar el juego o se prepara una escena individual, puede que los jugadores no estén de acuerdo sobre cómo estructurarla. En estos momentos es cuando son decisivos los marcadores de sangre, que utilizarán aquellos que tengan más ganas de derramar sangre para su bando, de ganar una subasta y de ver que sus ideas se hacen realidad. Después de cada decisión o escena, los marcadores que se han gastado en estas subastas se distribuyen entre los jugadores. El jugador que más influencia tenga en cada desacuerdo será el único que no recupere ninguna ficha, así que su capacidad de influir en la siguiente decisión o escena será más limitada. Este fluido sistema de mando hace que el foco de atención se vaya desplazando entre todos los jugadores.

Vampire City representa una nueva voz en vuestros relatos, invitándoos a crear el tuyo propio. Romanticismo y tragedia, sacrificio y avaricia, diplomacia y confabulación, el depravado y el antihéroe, la bendición y la maldición, luchar contra la mortalidad… Este juego no es para los débiles de corazón.