Unidos por las letras: juegos de rol y literatura

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Unidos por las letras: juegos de rol y literatura

Desde su origen, los juegos de rol han estado intrínsecamente relacionados con la literatura. Ya no es solo que existan juegos basados en obras literarias (donde también podríamos incluir cómics, como Blacksad), sino que el propio formato de presentación de los juegos es el de un libro. En este artículo vamos a reflexionar sobre cómo los juegos de rol promueven la lectura y viceversa.

Del juego de rol a la literatura

Entre los aficionados a los juegos de rol, uno de los tópicos que se repiten con más frecuencia es que a los que jugamos a esto nos gusta leer. Sin embargo, ¿sabemos cuánta verdad hay tras esta afirmación? Desde el ámbito científico existen algunos indicios, aunque todavía muy escasos. Por citar uno de ellos, en el artículo de Abella y Grande (2010) publicado en un número monográfico sobre educación y juegos de rol en la revista Teoría de la Educación, se destaca que los juegos de rol tienen un gran potencial educativo, entre otras cosas, por fomentar la lectura. Sin embargo, posiblemente la mejor referencia a este respecto, todavía veinte años después, sea el artículo de Calleja (1995) en Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, donde el autor da con una de las claves de esta relación: los jugadores de rol son contadores de cuentos.

Pensemos por un momento en esta afirmación. Como indica la Real Academia de la Lengua, los cuentos no son sino narraciones breves de ficción. Un buen amante de la literatura sabrá que hay cuentos más allá de los que nos contaban nuestros padres y madres antes de irnos a dormir, y que este tipo de narraciones se enmarcan en toda clase de géneros, desde el histórico hasta el fantástico, pasando por la ciencia ficción. Los juegos de rol, en el fondo, consisten en la creación de una narración compartida que se desarrolla en un contexto ficticio: el de la imaginación, que, mediante la comunicación entre los jugadores, se acota y se moldea para dar lugar a un marco de referencia común. Una partida de rol, sea una historia aislada o parte de una larga serie encadenada (las llamadas campañas), puede verse así como un cuento: una narración breve (de unas pocas horas) que transcurre en un universo ficticio (el del mundo de juego en el que se ambienta la historia).

Quizá sea por eso que no son pocos los jugadores que acaban dando el salto de la palabra hablada a la escrita. Por ejemplo, muchos directores de juego escriben sus partidas para compartirlas con otros grupos de juego. Pero también es frecuente (y una búsqueda rápida en Internet servirá para refrendar esta afirmación) encontrarse con jugadores que transforman sus aventuras en relatos, convirtiendo así en cuento lo que antes fue juego. Algunos incluso llegan a publicar estas obras, como los célebres Margaret Weiss y Tracy Hickman y sus Crónicas de la Dragonlance, o el español Roberto Alhambra y su serie La alianza de los tres soles.

Incluso aunque no tengamos vocación creativa, otra forma en la que los juegos de rol fomentan el paso a la literatura es por su forma de despertar la curiosidad. Seguro que si tú, amigo lector, has jugado una buena partida de rol, has sentido curiosidad sobre la ambientación en la que se desarrolla. Tal vez jugamos una partida a El Reino de la Sombra y nos apetece jugar a uno de los librojuegos de Leyenda Élfica, que se desarrollan en la misma ambientación, o jugamos a Plenilunio y acabamos devorando la novela Codex Apocalypse, que ofrece otras pinceladas del mismo mundo, o, todavía mejor, después de disfrutar de una partida de Aquelarre con la expulsión de los judíos de España como telón de fondo comenzamos a investigar más sobre el tema. Si estás leyendo esto y nunca has jugado al rol, piensa que este impulso es similar al que tenemos cuando vemos una buena película ambientada en una gran novela. Los juegos de rol tienen ese mismo potencial.

De la literatura al juego de rol

Si hemos defendido que los juegos de rol tienen una gran capacidad para despertar el interés por la lectura y la literatura, no es menos cierto que también existe un trasvase en la dirección contraria. No somos pocos los que comenzamos devorando libros de fantasía y ciencia ficción y soñando con vivir nuestras propias historias en esos mundos. Precisamente los juegos de rol nos ofrecen esa oportunidad, y a lo largo de sus más de cuarenta años de historia han mostrado numerosos ejemplos de ello.

Así, contamos con juegos basados directamente en obras literarias, como The Dresden Files, basado en la obra homónima de Jim Butcher. Si consideramos los cómics como parte de la literatura (una polémica en la que no queremos entrar, pero sin duda podemos afirmar que al menos guardan una íntima relación, como los juegos de rol), también existen juegos ambientados en este tipo de obras, como Atomic Robo.

La existencia de juegos como estos solo son la punta del iceberg. Está claro que si a uno le gustan esas obras, seguramente el juego de rol también le guste (además, puede que sea la mejor forma de compartir el gusto por esa obra literaria con sus amigos), pero no hace falta que exista un juego de rol específico para sentir la llamada de los libros. Seguro que no soy el único al que Pendragón le ha llevado a releer alguna de las múltiples obras basadas en la leyenda del Rey Arturo, o quien tras jugar Estrellas Anónimas ha corrido a comprar alguna novela de Nic Pizzolatto. Cuando no podemos jugar todo lo que queremos, aprovechar esos momentos de soledad para refugiarse en un buen libro es un placer inenarrable.

Rol y literatura: un círculo virtuoso

Tal y como hemos intentado exponer en este artículo, ya no es que rol y literatura estén relacionados, es que forman parte de un círculo virtuoso en el que uno beneficia al otro. Jugar al rol favorece que nos acerquemos a los libros y ser un ávido lector posiblemente te convierta en un candidato a jugar al rol. Es por eso que no debe extrañarnos, más aún si recordamos los trabajos de Abella y Prado (2010) y Calleja (1995), que se esté explorando en los últimos años el uso de los juegos de rol en niños y jóvenes. Pequeños Detectives de Monstruos seguramente sea paradigmático en este sentido, ya que el propio libro está pensado para ser leído entre padres e hijos y como un juego más allá del propio juego de rol, pero es posible que los juegos que tengan un verdadero potencial para captar lectores sean aquellos dirigidos a un público algo más maduro, aunque todavía joven, como Magissa. Este último, además, se enmarca en su propio universo de ficción pero que bebe de fuentes de fantasía clásica como Robert Holdstock (Bosque Mitago), C. S. Lewis (Las crónicas de Narnia) o Michael Ende (La historia interminable), obras que, al menos al que escribe estas palabras, le hicieron soñar de niño y, treinta años después, aún continúan haciéndolo. Por ello he querido compartir con todos vosotros este pequeño homenaje a las dos aficiones que en su momento me hicieron soñar con ser un escritor de género fantástico y, ahora, a escribir y publicar juegos de rol, con los que continúo soñando… y no creo que deje de hacerlo jamás.

29/02/2016 Nosolorol Ediciones https://www.nosolorol.com/img/nosolorol-ediciones-logo-14727449041.jpg https://www.nosolorol.com/
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