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Aunque los humanos dominan las zonas pobladas de Dolmenwood, no son los únicos que llaman hogar a este lugar.
La región de Valle Alto, al suroeste de Dolmenwood, ha estado gobernada desde la antigüedad por los barbones de cabeza de cabra. Los barbones se dividen en dos castas, que se distinguen por la longitud de sus cuernos: los aristocráticos astilargos y los plebeyos asticortos.
Las húmedas tierras bajas infestadas de hongos de Huertamullida, en los bosques orientales, son el hogar de un pueblo tímido y achaparrado llamado musguines, mitad carne mortal y mitad planta u hongo.
Entre la miríada de pueblos de Feeria que existen, hay algunos que se adentran en el bosque de Dolmenwood y se mezclan con los mortales: los elfos, hermosos y místicos, los pequeños felinos conocidos como malkingrises y los escaleños de cara de murciélago.
Hay innumerables criaturas que aguardan a ser descubiertas si uno se aventura fuera de los caminos batidos de Dolmenwood. Los embaucadores goblins venden frutas de hadas y otras mercancías dudosas y los rascabuches emergen de su red de túneles ansiosos por explorar. Incluso un pájaro o un animal puede sorprender a los viajeros saludándoles desde el borde del camino, hilando un acertijo o maldiciendo su intrusión.
Los duques de Vallelecho, que gobiernan desde el supuestamente impenetrable castillo de Vallelecho, en el extremo sureste del bosque, se remontan a los primeros pobladores de la región. Todos los mortales del bosque, desde el más humilde mendigo hasta el más alto señor, rinden pleitesía al duque, ya que todo el bosque es de su propiedad.
La Iglesia monoteísta Pluritina domina en todo Dolmenwood y más allá. Aunque tiene mucho peso político, últimamente la Iglesia ha disminuido en Dolmenwood. Muchos santuarios y capillas, que antaño acogían cultos regulares, han caído en ruinas y han sido reclamados por el bosque. Sin embargo, algunos miembros de la Iglesia intentan recuperar y santificar estos santuarios perdidos.
Donde ahora reinan los mortales, antaño tuvieron su corte grandes nobles feéricos. La totalidad de Dolmenwood fue en su día dominio de un cruel señor elfo conocido como el Príncipe Hielo, señor del invierno eterno, que gobernaba desde el palacio de la Fortaleza de Escarcharroída, con vistas al Gran Lago. Cuando los humanos comenzaron a asentarse en los salvajes claros se desató una gran guerra entre hadas y mortales. Los mortales acabaron venciendo y el Príncipe Hielo fue desterrado a sus dominios en Feeria. Las temibles historias de su regreso a Dolmenwood y su gélida ira tejen un hilo compartido en el folclore de todos aquellos que habitan en sus antiguos dominios.
Hay muchos otros poderes y facciones que pugnan por el control o un más dominio en el bosque de Dolmenwood, como los Druna, una misteriosa cábala de hechiceros que deambula por el bosque envueltos todos en mantos negros, o Ygraine, una hechicera que vive reclusa en el castillo de Mauvesse y que dicen que es la hechicera más poderosa de la región.