El concepto de New Narrative varía dependiendo de quién la usa y para qué –sobre todo en la actualidad, con el periodismo digital–, pudiendo hablar desde nuevas formas de literatura –incluyendo la queer de los años 70–hasta la conexión de diversos medios de expresión para, precisamente, exponer una historia. Pero, independientemente de cuál sea el objetivo de una nueva narrativa, sus usos y definiciones destacan por el protagonismo de la lectora o espectadora de dicha narración. Ya no se centra únicamente en el punto de mira del personaje que vive a través de su historia y se encuentra sesgado por su subjetividad y conocimientos limitados –rompiendo y dejando de lado así la omnisciencia–, sino de quien la lee; se busca eliminar la pasividad de la lectora para intentar convertirla en una agente narrativa activa, tal como proponen algunas autorías literarias latinoamericanas del s.XX, como Cortázar, Bombal o Borges.
Gracias a esta nueva forma de leer, de agente narrativa activa, se busca abrir una nueva brecha en la literatura para influenciarla más allá de la interpretación –aunque no hay que olvidar que interpretar no equivale a canonizar; la interpretación es algo subjetivo en base a lo objetivo, por eso las interpretaciones cambian y avanzan acorde a la sociedad lectora; véase, sin ir más lejos, la percepción del Quijote–. ¿Pero cómo puede lograrse eso a través de una historia escrita? Sinceramente, es arduo complicado. Pues dicha historia está sellada en sus letras sobre qué ocurre y qué no ocurre, pudiendo jugar con los posibles para que se teorice sobre ella pero, con ello, dejando interrogantes permanentemente abiertos sin ofrecer respuestas más allá de las aclaradas por la autoría –aunque también debe tenerse en cuenta que, quien escribe, se vuelve lectora una vez termina su escritura y, con el paso del tiempo, aquellas afirmaciones que no hizo con la publicación no dejan de ser otra interpretación de su propia obra–.
Si en Rol y Literatura: ampliando los límites de la narración exponía cómo el Rol era capaz de ir más allá de la literatura convencional, también se puede ver cómo el Rol parte de esta ruptura –aunque luego cada cual pueda decidir crear una narración más o menos lineal–. Y parte de esta ruptura porque pone en manos de las distintas participantes el poder narrativo de la historia que se va a desarrollar; un poder que se traslada a las manos de cualquiera a través de su participación directa en la ficción, independientemente de si es la tercera o la décima vez que se narra esa historia. Ya que ninguna historia que se desarrolle en el Rol será jamás la misma.
Así pues, si con todo esto volvemos a la New Narrative, el Rol permite convertir a todas sus participantes en agentes narrativas activas gracias a su capacidad plural de lectora y espectadora de la historia como de creadora. Lo cual, llevado a manuales como Las Ávidas Espadachinas Sáficas, permite crear un nexo intertextual entre las distintas concepciones de las nuevas narrativas: sus participantes ya no sólo dejan la pasividad lectora de lado, sino que también son capaces de explorar y crear narrativas queer en unos espacios seguros mediados por el diálogo; como el propio manual expone, «eres tú, como jugadora, la que decide qué te gustaría que ocurrieran en la ficción», pues esto se trata de «un juego de narrar historias, así que es importante que todas tengan la oportunidad de contribuir y dar forma a las historias que van surgiendo [ya que] la oportunidad de contribuir a la narración se reparte entre varias participantes».
