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Llegará un momento en que no bastará con la simple declaración del jugador, pues se tratará de acciones más complicadas de lo normal o que requieren que el personaje disponga de unos conocimientos o capacidades que no todas las personas poseen.
Será entonces cuando el jugador deberá coger los dados y poner a prueba las capacidades del personaje mediante una tirada de competencia o de característica, según el tipo de atributo que se pone a prueba durante la acción.
Las competencias de un personaje son los conocimientos y habilidades que un personaje ha adquirido a lo largo de su vida mediante estudio, aprendizaje o entrenamiento. La mecánica de una tirada de competencia es bien sencilla: cuando tu personaje vaya a realizar una acción que requiera poner a prueba alguno de sus conocimientos o habilidades, el director de juego te indicará una competencia (por ejemplo, Cabalgar). Luego haces una tirada de 1D100 y comparas el resultado obtenido con el porcentaje que se posea en la competencia requerida. Si el resultado es igual o inferior a dicho porcentaje, la acción habrá tenido éxito; en caso contrario, habrá fallado.
Las características son capacidades innatas de un personaje, aquellas acciones que no esté contemplada por ninguna competencia, como derribar una puerta utilizando la fuerza bruta o detectar el regusto de un veneno en el vino. En estos casos el jugador debe realizar una tirada de característica. Para llevarla a cabo, primero el director de juego tendrá que determinar cuál es la característica que mejor define la acción (por ejemplo, Fuerza para derribar la puerta, Percepción para detectar el veneno o Templanza para aguantar la tortura). A continuación, y basándose en la dificultad de la acción a realizar, el director de juego le indica al jugador que multiplique el valor de la característica por una cifra que puede ir desde x10 (una acción tan sencilla que es casi imposible fallar) a x1 (una acción verdaderamente complicada), aunque lo habitual es multiplicarla x5 o x4. Para terminar, el jugador hace una tirada de 1D100 y compara el resultado obtenido en los dados con el producto obtenido en la multiplicación: si es igual o inferior, el personaje habrá tenido éxito en su acción; en caso contrario, habrá fallado.
Como has podido ver, la mecánica de las tiradas de competencias y de características es bien sencilla, pues una simple tirada de 1D100 contra un determinado valor resuelve la acción sin más contratiempos.
Por desgracia, la vida no siempre es de color de rosa, pues en muchas ocasiones las circunstancias que rodean una acción pueden dificultar o facilitar su consecución. Por ejemplo, ya dijimos que con un éxito en una tirada de Escuchar un personaje podría oír una conversación lejana en una taberna, pero será mucho más fácil que el personaje escuche dicha conversación si transcurre en la mesa de al lado. En estos casos, el director de juego puede asignar una dificultad a la tirada que realiza el personaje, lo que permitirá tener en cuenta todas aquellas circunstancias que faciliten o dificulten el éxito de una acción. Básicamente, una dificultad no es más que un bonificador o un penalizador a la competencia o característica del personaje. Así, una acción Fácil suma +20 % a nuestra competencia o característica antes de tirar los dados, y una Difícil restaría un -40 %.
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