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Ifri es transparente en alma y corazón, lo que atrae a los héroes a conflictos que abarcan ciudades, naciones e incluso todo el continente. Es una tierra de intrigas mortales, donde los héroes leales luchan hombro con hombro contra reyes corruptos, monstruos horribles e incluso el mismo diablo.
Esto también incluye al reino sobrenatural. En Ifri, los espíritus antiguos a los que al-Musawwir les dio su poder, ayudan a los héroes a detener espadas, saciar fantasmas hambrientos, dar un aliento de vida a quien aman y realizar hazañas milagrosas.
La presencia malévola de Bonsam se extiende como una ola sobre la tierra y en su cresta cabalgan los abonsam, sus siervos malvados. Estos títeres corruptos de Bonsam, demonios que aparentan ser hombres, mujeres y monstruos, se regocijan en la mentira de que su poder los hace superiores al resto de la humanidad y que su estatus aristocrático debe usarse como un martillo para aplastar a los demás. Todo Ifri sirve como el campo de batalla de este conflicto entre el bien común y la codicia del mal.
Una heroína de Ifri se preocupa por su propia libertad y la libertad de la humanidad. Se da cuenta de que con sus grandes talentos puede ser una fuerza positiva para el cambio y el bien en la tierra. A la heroína nadie le asigna esta tarea, pero ella la acepta como parte de la verdad que dicta que aquellos que pueden ayudar, deberían. Ya que la corrupción de Bonsam prevalece en algunos de los cargos más altos, debe recurrir a métodos que pueden parecer nefastos y, por lo tanto, se transforma en una forajida. La heroína espera que su sacrificio dé frutos incluso si ya no está ahí para verlo.
Cuando las palabras equivocadas llegan a los oídos correctos, los villanos de lengua viperina tuercen la razón y la sabiduría. Los Grandes Gobernantes de Ifri han caído bajo los efectos de una conspiración y las acciones de cortesanos egoístas que se aprovechan de las inseguridades y burocracias de sus vastas tierras. Cuando los gobernantes sufren, también lo hace la tierra. Al ayudar a los gobernantes de estos grandes reinos, los héroes pueden servir al bien común. Cuando una reina no puede actuar, un héroe sirve como su representante. Cuando un ori no se atreve a actuar, un héroe funciona como su poderosa mano derecha.
En una tierra tan antigua como Ifri, muchos secretos se descubren y se olvidan otra vez. Estos conocimientos antiguos tal vez contengan la respuesta a una nueva edad dorada de paz e iluminación. Los gobernantes patrocinan expediciones para encontrar estos sitios antiguos y traer de vuelta artefactos y conocimientos para la gente, aunque algunos codician el poder y los enigmas para sí mismos. El interés extranjero también ha llegado a las Tierras de Fuego y Oro para explotar las riquezas y misterios que yacían ocultos en el vasto interior. En última instancia, estas expediciones encuentran horrores antiguos en el fondo de pozos cubiertos de miseria humana. Es sabio comprender que algunos secretos deben permanecer ocultos, y que la luz del día nunca debe tocar a ciertos entes.
El epíteto «Fuego y Oro» describe dos cosas: el contraste entre las tierras fértiles y los desiertos abrasadores en el continente de Ifri, y la dualidad y potencial que habita en cada individuo. Este sentimiento de dualidad se expresa en casi todos los conceptos abstractos que un ifricano valora. La excelencia en el amor y el romance, por ejemplo, puede hacer que sucedan cosas magníficas, o que se desperdicien en un intento de poseer algo que no está destinado a pertenecer a nadie. La ambición que arde en el corazón de una ifricana puede llevarla a alcanzar grandes alturas, o, en cambio, puede pervertirse hasta quemar su mundo entero.