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Pues sí, mejor que os creías que he visto un colosseo de cerca. Pero que muy de cerca. Era una de esas mañanas en las que apetece quedarse en la tienda de campaña: caía una lluvia torrencial y las gotas que golpeaban las copas de los árboles se rompían en una niebla húmeda o se acumulaban en las ramas cayendo como una pesada cortina. Pero me ajusté el carcaj y me obligué a salir y revisar las trampas. Una la había colocado cerca de las ruinas de la Cruz del Ancla. Y allí fue donde encontré a mi presa: supe de inmediato que era una bruja, por sus ropas y la máscara de corteza de árbol. Pero estaba tiesa, como si hubiera muerto. No había heridas visibles, pero sí tenía unas manchas negras en la cara. Quizás eran de ácido o... bueno, a lo mejor eran simplemente de llevar un rato muerta. De todos modos me apresuré a comprobar su pulso. El corazón latía, débilmente. Comencé a frotarle la cara con una cura a base de hierbas y al rato escuché un fuerte grujido a mis espaldas, como si una gruesa rama de árbol estuviese rompiéndose lentamente. Giré la cabeza y vi una pata que se alzaba dispuesta a aplastarme, acompañada de un rugido ensordecedor. Me quedé congelado. Completamente paralizado. En ese momento la bruja se despertó y el coloso se congeló, igual que yo. Si las hierbas curativas hubieran tardado una sola respiración más en funcionar me habría convertido en uno con la tierra y vosotros no existirías. ¡Y esa es la pura verdad!
El abuelo Toste se jacta delante de sus nietos mientras se toma una cerveza en El Dragón
Las legendarias monturas de las brujas, llamadas colosseos entre los ambrios y la mayoría de los clanes bárbaros, son unos gigantescos carnívoros, una mezcla de carne y madera que infunde miedo y respeto en cualquiera que se cruce en su camino, pero la impresión sería quizás aún más fuerte si su verdadero origen no fuera un misterio. En realidad, los colosseos no son bestias de la naturaleza, sino una creación artificial. La ceremonia mística utilizada por las brujas para crearlos es un secreto bien protegido, conocido únicamente por las más experimentados entre ellas: la huldra, las guardianas de los clanes y sus iguales. Al hablar con extraños, los iniciados afirman que los colosseos vinieron con el Pacto de Hierro, del oeste, por lo que tienden a usar el nombre élfico (eliend) tan a menudo como el de colosseo.
El Códice de Monstruos de Symbaroum hará que los asentamientos, bosques y valles de Davokar sean más peligrosos que nunca. En su interior se esconden más de un centenar de abominaciones y monstruos, descritos en detalle o esbozados en un par de líneas: desde criaturas famosas en toda Ambria a otras solo mencionadas en cuentos y leyendas, pasando por bestias dominadas por el hambre o capaces de razonar. El contenido de este bestiario y los consejos que hemos incluido sobre cómo crear tus propias criaturas te proporcionará material para cientos de horas de juego.
Contenido
Hazte con Symbaroum: Códice de Monstruos
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