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Después de una invasión fallida de infernales desde más allá de Caen, los Reinos de Hierro han comenzado su reconstrucción. A raíz de la Colecta se han formado nuevas alianzas, cuya paz se ve amenazada por la falta de un enemigo común a la vista. Algunas naciones se han apresurado a dejar atrás la tragedia y avanzan con paso firme por este nuevo mundo, pero para otras el doloroso aguijón del látigo infernal sigue muy presente. Saben que sin una acción clara y decisiva, este respiro solo será una breve pausa antes del regreso la Orden Nonokrion. El noble reino sureño de Cygnar ha liderado al resto de los Reinos de Hierro en la reconstrucción y en el camino hacia una era de grandeza artística y refinamiento tecnológico. Tumultuosas tormentas eléctricas atrapadas en condensadores zumban junto al metal chirriante de la mecánika de los siervos de guerra, enormes construcciones de maquinaria arcana que desfilan por las calles de Caspia en formaciones lideradas por los conjuradores de guerra que los controlan.
Mientras tanto, los despojos de la Orden Nonokrion y sus cultistas continúan con su insidioso trabajo. En callejones oscuros e inframundos sombríos, fuera de la vista de la siempre vigilante Orden de la Iluminación, realizan rituales profanos alimentados por las almas de los desafortunados ciudadanos que quedaron solos y olvidados en la Colecta. Neutral en la guerra, engordado por el botín acumulado durante la reconstrucción y aliado de todas las naciones excepto las más viles, el dominio nororiental de Rhul rebosa maniobras políticas y oportunidades de lucro. Las fortalezas montañosas de los enanos rhúlicos se han convertido en un nexo natural para los desplazados por la guerra, pero también para los diplomáticos y espías de todos los Reinos de Hierro que compiten por socavar a sus rivales y ganarse el favor de Rhul. Si bien Cygnar y Rhul han prosperado desde la derrota de los infernales, otras naciones no han tenido tanta suerte.
Mientras las ovejas del sur se alimentan de los excelentes vinos de su renacimiento, los lobos de Khador traman y planifican en los fríos confines de su reino del norte, con sus ojos depredadores clavados en las riquezas de las naciones por las que hasta hace poco han luchado para proteger. Incluso en esta época de paz nominal, las fábricas khadoranas continúan produciendo armas de guerra. Aunque Khador está en paz con el resto de los Reinos de Hierro, la historia ha demostrado que la ambición de sus monarcas no es reprimida con facilidad. Los fanáticos religiosos del Protectorado de Menoth, que antaño fue una fuerza impulsora en Caen, casi han desaparecido. Mientras que el clero restante hace todo lo posible por aferrarse a lo que queda de su nación, la mayoría de sus ciudades permanecen desiertas: los instrumentos de castigo divino forman auténticos bosques de amasijos de hierro abandonados entre las ruinas de un reino que tiempo atrás fue poderoso. A medida que el sol se pone en el Protectorado y las sombras en su territorio se hacen más prominentes, la amenaza que una vez plantearon sus cruzadas ha sido reemplazada por el peligro mucho más mundano de las alimañas carroñeras que se esconden entre de los huesos de sus antiguos asentamientos
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Adéntrate en el galardonado mundo de Iron Kingdoms con la última edición del juego de rol de Privateer Press. Iron Kingdoms: Réquiem combina este fantástico escenario de campaña con la última edición del juego de rol más popular del mundo, el conjunto de reglas 5e.
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