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La actividad de los dioses y los jötnar perturbaron el mundo de Midhgardhr de manera inevitable, haciendo que los mortales sufrieran grandes penurias.
Tras devorar la luna y el sol, los lobos Sköll y Hati descansan satisfechos sobre las ramas de Yggdrasill. Pero en Midhgardhr la vida no volverá a ser igual: día y noche se funden bajo un manto de frío y oscuridad; las estrellas se desploman y desaparecen, y las pocas que sobreviven solo producen una débil luz para los que viven bajo ellas; los fuegos de Múspellsheimr tiñen el horizonte con un halo carmesí, atravesando la oscuridad… Pero en el cielo boreal, los refulgentes colores del puente Bifröst de Asgardhr ayudan a los exhaustos viajeros de Midhgardhr a orientarse en su camino.
En esta nueva edad es necesario tener una antorcha o linterna siempre a mano. El invierno ha caído sobre la tierra, cubriendo a Midhgardhr de nieve y hielo. El frío eterno puede resultar mortal para aquellos poco preparados. Durante el resto del Ragnarök no habrá más cosechas. Los ríos se congelan y los icebergs se multiplican. Los árboles y plantas, privados de luz y calor, se marchitan lentamente. Los únicos bosques que sobreviven lo hacen gracias a la magia o el cuidado de los druidas.
Las granjas ya no dan cosechas y la caza se ha convertido en la principal fuente de comida. A medida que los animales empiezan a escasear, los hombres compiten por los pocos recursos que quedan. La pesca solo resulta posible cuando se tienen las herramientas necesarias para atravesar el grueso hielo. Pueblos enteros se mudan a las zonas de costa, ya que el frío del interior hace imposible la supervivencia. La ley y el orden han desaparecido. El orden social se resquebrajó. La búsqueda de comida y cobijo son ahora la única preocupación. Los karlar, señores antaño orgullosos y poderosos, se están convirtiendo en tiranos y carniceros. Las relaciones entre vecinos y aldeanos se rompen, dando lugar a nuevas enemistades. Las viejas rencillas se envilecen y las familias se enfrentan entre sí. La vida se convierte en una lucha diaria por la supervivencia: matar o morir.
La desesperanza inunda las tierras de Midhgardhr.
Los mortales no saben qué pensar de los æsir y los jötnar: por un lado son poderes superiores que pueden ofrecer una salida a los tormentos de estos días aciagos y a la condenación de Niflheimr, pero sus frecuentes injerencias en los asuntos de Midhgardhr ha llevado a la raza humana al borde del desastre. Cuando los dioses o sus emisarios visitan el mundo de los mortales, el caos y la destrucción no suelen andar lejos. La humanidad, sumida en su peor pesadilla, se ve obligada a implorar la ayuda de los dioses con la esperanza de que no se manifiesten demasiado cerca.
El invierno del fin de los días ha llegado. Los héroes víkingar se disponen a enfrentarse con la oscura marea que asola Midhgardhr. El sol y la luna han sido devorados y un velo de penumbras ha caído sobre los mundos del Yggdrasill, el árbol cósmico. Los dioses de Asgardhr se preparan para el combate contra los jötnar. Los gritos de guerra llegan a todos los rincones de Midhgardhr. ¿Responderás a la llamada?
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