El mundo anglosajón ha perdido su preponderancia cultural y política. Lo que fue Estados Unidos vive en el caos y la anarquía, los levantamientos están a la orden del día y su relevancia en el primer mundo es inexistente. Inglaterra, por su parte, está fuera de la Unión (no así Escocia e Irlanda) y la colosal Neo London es, sin duda, una de las ciudades más peligrosas y caóticas de un mundo donde las ciudades siempre lo son.
China y la Unión, gobernadas por sus élites, constituyen las dos grandes potencias mundiales y mantienen un beneficioso equilibrio, que tensa la Federación Rusa (que se halla bajo la tutela económica del Gobierno chino) cuando reivindica pretendidos derechos históricos sobre ciertos territorios de la Unión. Las elites endogámicas que controlan el poder de la Unión a nivel gubernamental y corporativo reprimen con dureza cualquier atisbo de disidencia.
Corre el año 2116 y sí, el mundo es un lugar de mierda para vivir. La mayoría de la población mundial se concentra en monstruosas megaurbes devoradas por la miseria, la contaminación, la violencia y la represión.
La trama de Realidad Incógnita tiene lugar en el futuro distópico del año 2116, concretamente en la monstruosa Ibérpolis, una megaurbe violenta y despiadada, situada en algún lugar de la Península Ibérica y donde los personajes jugadores conforman un repóquer de perdedores en una partida en la que sus adversarios tienen las cartas marcadas.
La aventura respeta las premisas arquetípicas del género ciberpunk, con toques de misticismo que se van haciendo más presentes a medida que avanza la trama. Al final de la misma, los protagonistas tomarán consciencia de una guerra secreta milenaria que se lucha en la sombra. Pero hay que tener muy presente que se trata de una aventura de acción, donde los combates se suceden uno tras otro sin tregua y el objetivo es la supervivencia. Esto no es poético cine iraní, esto es cine de acción de Hong Kong con balas, explosiones, protagonistas sexy y música heavy metal.
Director de juego y jugadores deberían leer el apartado de ambientación denominado «Ibérpolis», que proporciona información sobre las características ciberpunk de la ambientación. El apéndice «La Guerra de los Electores», sin embargo, no debe darse a conocer a los jugadores e incluso se recomienda que el director tampoco acceda a su contenido hasta después de haber leído la aventura al completo una primera vez. De ese modo, participará también de la sorpresa y tendrá una visión más clara de cómo la revelación del componente místico podría impactar en los personajes (y en los jugadores).
Tanto la información que aparece en «Ibérpolis» como en «La Guerra de los Electores» está muy condensada y se anima al director de juego a ampliarla a su gusto. Aunque se trata de una aventura autoconclusiva, puede servir como introducción para futuras partidas en Ibérpolis, pero la supervivencia de los personajes jugadores no está garantizada y existen, de hecho, muchas probabilidades de que perezcan.
