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...A pesar de las ventajas de la juventud, en la sociedad de los Vástagos la influencia viene con la edad.
Esto es más que inercia aristocrática; la Sangre se debilita y se vuelve menos potente conforme nuestra gente la transmite de Generación en Generación. El primero entre los nuestros, o eso dicen las leyendas, fue Caín, maldito por matar a su hermano y de nuevo por su arrogancia al fundar una ciudad que gobernar. Engendró tres más como él, la Segunda Generación, quienes a su vez engendraron una Tercera Generación y así sucesivamente, hasta que el Diluvio destruyó su ciudad y los ahogó a casi todos. Tras esto, Caín partió, y abandonó a los Antediluvianos supervivientes.
Los Antediluvianos confabularon para destruir a sus Sires y compañeros cementando su poder y preparándose para el festín. Tras el baño de sangre, cada uno de ellos engendró un linaje propio, un Clan gobernado por vicios y virtudes específicos, el cual se extendería a lo largo de siglos, la Sangre debilitándose con cada Generación. Con el tiempo, los Antediluvianos se escondieron, al no desear inspirar el parricidio a su debido tiempo. Al final, pasaron a ser leyendas. Algunos círculos de Vástagos consideran la idea de su existencia un mito o una herejía.
Yo misma soy partidaria del relato de la Madre Oscura, la hechicera Lilith, quien enseñó a Caín las artes alquímicas que él imbuyó en la Sangre de sus Chiquillos; de acuerdo con este relato, ella y él planearon alguna gran obra que descarriló por la impaciencia y el abandono de él. Pero no insisto en ello. Lo que necesitas saber es que los pecados de los padres sí parecen haber aflojado su agarre de una Generación a la siguiente y que esto es tanto una bendición como una maldición. Nuestros Antiguos no sólo temen el sol, sino que están obligados a consumir más sangre para permanecer activos y no pueden obtener sustento de la sangre de animales ni siquiera in extremis. Como todos los ancianos, vivos o muertos, se acomodan en sus costumbres y rechazan adaptarse. Poco a poco olvidan sus vidas mortales y hasta partes de su existencia inmortal, salvo los rencores y los desmanes. Hasta Vástagos tan jóvenes como yo misma descubrimos que los recuerdos se desvanecen si no nos sumergimos en ellos de forma intencionada. Al tiempo que los recuerdos se debilitan, también lo hacen otras cualidades humanas; no sólo la misericordia y el amor, sino también la proporción y la comprensión. Conforme quedan desconectados, quedan cada vez más sujetos al salvajismo de la Bestia.
La Bestia y el Ansia serán tus constantes compañeros.
Si desestimas la Bestia como simplemente una excusa conveniente para nuestras transgresiones, alguna clase de proyección subconsciente o lo que sea que la actual variante de alienista postule, no me sentiré ofendida. No, me deleitaré en que aún hayas de sentir su cálido aliento en tu alma. La primera vez que traiciones una promesa mortal a causa de un deseo monstruoso será lo bastante pronto como para que juzgues la realidad de la Bestia por ti mismo.
Cada Vástago recuerda la primera vez que la Bestia lo dominó. Todos tememos la noche en la que nada logre que afloje sus garras, en la que no seamos ya capaces de retornar a nosotros mismos. Saber que perderás el control, que te vas a fallar, corroe tu mente como una rata roe las maromas de un barco, burlándose de la existencia eterna. Algunos tratan de silenciarlo con obsesiones: arte, juego, ropas elegantes, la interminable política. Otros buscan refugio en delirios negando sus actos bestiales o explicándolos con pretensiones de intencionalidad. Dibujan bordes en torno a su locura: sólo matan a los indignos, a los que lo merecen o para proteger a los verdaderamente buenos. Tales sofismas pueden calmar la culpa, pero no distraen a la Bestia durante mucho tiempo.
Para mantener la Bestia a raya, nuestra maldición nos fuerza a saciar nuestra Ansia alimentándonos de sangre. Nuestra Ansia combina todas las punzadas del hambre y la sed mortales con el constante estímulo del logro y el desesperado terror del niño que busca seguridad. Es lujuria, motivación, un narcótico más fuerte que la morfina, una aguja más puntiaguda que la cocaína. Peco de prosa florida, pero en verdad el Ansia arroja este operístico foco a nuestras sensaciones y nosotros jadeamos para mantener el ritmo. Impulsa, enloquece y distrae y sólo se marcha por completo cuando drenamos toda la sangre de un ser humano. Y aun así retorna la noche siguiente, y la siguiente, para siempre.
La sangre que bebemos hace más que saciar nuestra Ansia, aunque si sólo hiciera eso ya sería suficiente. También eleva nuestras pasiones y, en algunos casos, nuestras capacidades. Bebemos de un melancólico y sentimos que nuestro apetito por el amor se desvanece, pero quizás mejora nuestra habilidad para desvanecernos de la vista.
Cada uno de los Antediluvianos concedió a los sucesores de su linaje dones concretos: invisibilidad para los Nosferatu, mesmerismo para los Ventrue, etc. Mi Sangre también concede tales rasgos, así como otros que pueden ser específicos de mi propio iniciador. Las aparentemente inviolables fronteras en torno a nuestros rituales y creencias, y de hecho nuestra fisiología, se convierten en niebla cuando se las presiona de forma muy similar a como mi Sire haría in extremis.
Nos vemos conectados por la Sangre, primero entre todos a nuestro Sire, cuyo Abrazo nos acompañó a la no-vida. Como ya habrás sentido, el propio cambio no es el simple sorbo de las novelas, sino un agonizante paso a través de la muerte. Quien desee convertir a su compañero debe primero drenarlo hasta que sea un cascarón, bebiendo profundamente su sangre. Entonces vierte o unta su propia Vitae, su icor vampírico, en los labios del recién fallecido. Y, si todo va bien, el cadáver chupará su Sangre de la muñeca, el cuello o el pecho y quedará renacido como su Chiquillo.
Si una persona viva consume Vitae (como yo hice, inconsciente de mis acciones) ésta también la cambia. Envejece muy lentamente y puede hacer más de lo que debería, pero se convierte en esclava de la voluntad de su amo. En raras ocasiones hay otras consecuencias, como son muy conscientes los miembros de mi linaje. Los pecados de la madre siempre revisitarán a sus hijos.
Un efecto similar persigue a los Vástagos que se alimentan de la Sangre de otro; el sabor de la Vitae transmite una bendición incomparable a cualquier otro. Dicen que sólo es necesario probarla tres veces de la misma fuente para atar a quien la bebe en el Vínculo de Sangre, convirtiéndolo en súbdito de su donante como cualquier Chiquillo lo es de su Sire. El efecto no es absoluto: algunos pueden alimentarse de sus Chiquillos sin incurrir en él, y los Antediluvianos podrían alimentarse de Vástagos menores libremente, al menos según los relatos. También hay casos en los que ciertos ritos o giros del destino lo debilitan tanto que el Vínculo pudo terminar por atrapar a los aspirantes a amos. Y luego siempre está la posibilidad de la Diablerie.
Ya que, si un Vástago drena totalmente a otro, sólo queda fortalecido por el acto, no Vinculado. Es bastante obvio que todos los Príncipes o Barones Anarquistas condenan totalmente tal consunción fratricida llamándola Diablerie (parecen insensibles a la ironía de tratar de asustar a los Condenados con el Diablo). Para sobrevivir a tal acto se requiere más que derrotar al predecesor. Es necesario ocultarse de cada rama de nuestra sociedad, incluso de aquéllas en teoría en guerra unas con otras en su propia, constante y casi por completo caníbal Jyhad.
Los Vástagos dignifican sus incesantes y ambiciosos juegos de traición, conspiración y venganza con el nombre de Jyhad; algunos afirman que la Maldición de Caín los fuerza a la envidia y la malicia. Pero ya sea la ley natural o divina la que crea tal comportamiento, los Vástagos la abrazan ansiosos. Depredadores enloquecidos por el Ansia e impulsados por la Bestia son improbables cuidadores de un perfecto jardín de paz.
La Camarilla, una conspiración de Vástagos mundial que data del Renacimiento, existe para contener esta tendencia o al menos para enfocarla hacia los inconformistas entre los nuestros. La propia orden afirma que existe para hacer cumplir la Mascarada, el patrón verdaderamente necesario de ocultación requerido por el simple hecho de que estamos asustados y sobrepasados en número.
La vital importancia de la Mascarada, por supuesto, no justifica cada acto tiránico ocurrido en su nombre. Los Antiguos y los Príncipes de la Camarilla exigen el control total sobre sus territorios, determinan quién tiene el derecho de Abrazar y ordenan a voluntad la muerte verdadera sobre quienes desobedecen. Naturalmente, no todos están de acuerdo con estos métodos. Quienes se oponen suelen ser conocidos como Anarquistas, aunque hay tantas variaciones en sus filas como en las de la revolución humana. Algunos buscan establecer sus propias y mezquinas dictaduras, otros sencillamente desean que se les deje a solas para Cazar, estudiar o enloquecer. Aun así, la Camarilla considera a todos ellos enemigos no mejores que el Sabbat, una Secta de vampiros caídos de alguna forma en una perversión aún mayor, sobre la que gracias a Dios sé muy poco. Con un mero siglo de vida, creo, no soy lo bastante vieja para oír la Llamada que invoca a los Antiguos a Levante y apunta al este para tomar las armas en la Guerra de la Gehenna contra el Sabbat. Algunos dicen que esta guerra anuncia el verdadero apocalipsis de nuestra gente. Otros, que el fin de nuestra edad vino y pasó dejando tras de sí un mundo cambiado en el que aún hay más cambios por venir.
La necesidad de ir a la caza de catástrofes mitológicas parece cuestionable ahora, ya que por todo el mundo los gobiernos mortales han comenzado a darnos caza. Es algo amargo encontrarme tras todo este tiempo en esta posición. La Mascarada, debilitada por la tiranía y picada por la rebelión, se ha quebrado en suficientes lugares como para ocasionar una Segunda Inquisición. El Vaticano, EE.UU. y los británicos (una coalición muy similar al equipo de luz junto con el que una vez trabajé, pero muchísimo mejor armado) envía soldados a quemar nuestros refugios y dispone su policía computerizada para que busque nuestro rastro en bancos, política y en cualquier otro lugar donde podría haber registros. Sin duda, otras naciones las imitarán si no lo han hecho ya.
Todo esto debería reforzar mis advertencias sobre el secretismo por tu parte.
He tratado de darte suficiente información como para sobrevivir a tus primeras noches sin tentarte a involucrarte de forma insensata en los juegos de los Antiguos. Es irrelevante cuáles son más peligrosas, si las estacas de la Inquisición o las sonrisas de la Camarilla; la seguridad no yace entre el cazador y los lobos. Y por ello tienes una elección que hacer.
¿Te unirás a la Camarilla, ese refinado régimen que opera como una sociedad secreta en las sombras del poder mortal? ¿O sumarás tus fuerzas al Movimiento Anarquista, que se opone a ella y sueña con la libertad? Hay muchas otras Sectas y facciones entre los muertos, pero ninguna de ellas se adscribe a los ideales que desearía para ti. Puedes haber despertado con necesidades monstruosas, pero sé que atesoras tu humanidad, al igual que yo. Por esa razón, te aconsejo que consideres tus opciones con cuidado. La mayoría de Sires harían esta elección por ti, pero yo he visto demasiada esclavitud y no puedo forzarte.
Una última solicitud: ya que nos encontramos en el final, puedes haber adivinado la verdad sobre nuestra relación. Para alguien que declara valorar las explicaciones y la honestidad, sin duda he tomado una enrevesada ruta hasta ella. No sólo soy quien te Abrazó, sino también tu tatarabuela. Si has deducido esto, quizás hayas deducido lo demás, guiado por historias familiares imprudentemente repetidas de noche junto al fuego. Nosotros, tu tatarabuelo y yo misma, el tocayo de tu bisabuelo y otras almas valientes cazamos a uno de los Vástagos, y sí, versiones distorsionadas de nuestra caza aparecieron primero en las páginas de una novela y luego en las pantallas de los cines.
Pensábamos que lo habíamos matado entonces. En su carta afirmaba creer que había perdonado mi vida, mi vida mortal. La revelación de su retorno, que años antes me habría asustado, me da ahora esperanza de que él sería capaz de ayudarte donde yo no podría. Quizás esperaba que tomase mi vida a cambio, y me sentiría lista para descansar. Pero no fue ése el premio que escogió.
Tras mi Abrazo, la Bestia, la cual ha estado aguardando desde que la evadí por primera vez, finalmente se sació. Durante muchos años no me dejó marchar y me satisface que no estuvieras ahí para ser testigo de mis acciones.
Por ello, yo también evitaré ser testigo de tus esfuerzos conforme descubres tu nueva naturaleza verdadera. En su lugar, te entregaré el dossier de viejos testimonios y fragmentos que he reunido a lo largo de los años de una multitud de fuentes. Encontrarás transcripciones que revelan nuestras historias y métodos, y nuestros problemas existenciales junto con informes de nuestra fisiología e ideología. Encontrarás incluso informes reunidos por aquéllos que buscan erradicarnos con fuego y fe. Estúdialos bien para decidir por ti mismo qué hacer con el don (o la carga) que te he infligido. No volverás a ver a Willa, ni tendrás a una arrogante Sire que te ordene que te pongas en peligro o juegue contigo como si fueras una carta de triunfo en algún vampírico juego de cartas sin sentido. Mi única solicitud es que tengas la misma cortesía hacia mí. Tienes toda la razón del mundo para aborrecerme por escoger condenarte en lugar de verte morir como he visto a tres generaciones de nuestra familia. Pero si lo haces, espero que tu condenación tome la misma forma que tu cortesía: distancia y desaparición de mi no-vida.
Debemos ser tan libres como nuestras naturalezas nos lo permitan. Y, por esa razón, no puedo demorarme más,
Tuya,
Wilhelmina Harker
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