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Vivís en el paraíso. Vuestra casa es un amplio valle, rodeado de montañas tan altas que sus picos están colmados de nieve durante todo el año. Abajo en el valle hay páramos salvajes, bosques frondosos llenos de presas y fríos arroyos donde los peces nacen en primavera. Y nunca estáis solos: vuestra tribu nunca está lejos. La tribu es vuestro refugio, vuestro hogar.
Pero el paraíso es una prisión. Muros y vallas que zumban con una letal corriente eléctrica bloquean todos los caminos que salen del valle. Cada intento de derribar las vallas o escalarlas es castigado severamente por los vigilantes. Vuestros carceleros. Máquinas de pesadilla. Drones en el cielo monitorizan cada paso que dais. Los caminantes marchan hasta vuestra tribu sin previo aviso y os obligan a obedecer sus órdenes metálicas. Algunas veces abducen a miembros de vuestra tribu y se los llevan al Laberinto subterráneo. Cuando las víctimas vuelven, los grotescos experimentos de los vigilantes las han dejado trastornadas para siempre, y sus recuerdos y personalidad han sido borrados. Y eso si es que vuelven.
A pesar de nunca haber saboreado la libertad, el sueño de caminar libres arde dentro de vosotros. No fuisteis creados para vivir así. Lo sabéis. Lo sentís en cada fibra de vuestro cuerpo. Algún día seréis libres. Algún día.
Durante generaciones, los ancianos de vuestra tribu han abogado por la sumisión y la cooperación. Hacer lo que dicen los vigilantes y participar en sus experimentos es la única manera de demostrar que sois dignos de ser libres, de uniros por fin a los humanos, vuestros creadores, que os abandonaron y están esperando ahí fuera. Esto habéis oído desde que erais cachorros.
Pero algunos de vosotros estáis hartos de los juegos enfermizos de los vigilantes.
Preferiríais luchar, rastrear a vuestros carceleros de metal y enfrentaros a ellos, destruirlos y tomar vuestra libertad por la fuerza. Llamáis a vuestra lucha por la libertad «la Resistencia». Pero ¿quién está realmente de vuestro lado? ¿Quiénes sirven en secreto a los vigilantes como informantes y colaboradores?
El día en el que se saldarán las cuentas se acerca. La Resistencia crece y también lo hace la opresión de los vigilantes. Pronto, ningún animal de Valle Paraíso será ajeno al conflicto. ¿Ganaréis vuestra libertad o seréis aplastados por los misteriosos enemigos en Genlab Alpha?
En Mutant: Genlab Alpha, tu personaje es un animal. Unos experimentos genéticos os han mutado y os han dado algunas habilidades humanas: podéis caminar erguidos, vuestras patas delanteras pueden agarrar herramientas y tenéis la capacidad del habla y de pensamiento abstracto. Sois a la vez humanos y animales, y os debatís entre esas dos mitades de vuestro ser. Al animal al que interpretas se le llama personaje jugador o PJ para abreviar.
Tú decides lo que tu PJ piensa y siente, lo que dice y hace, pero no lo que le ocurre. Puede que tu PJ sea un animal, pero intenta sumergirte en él e interpretarlo como si fuera real, ya que así es más divertido. Vuestros PJ son los protagonistas de la historia. Este juego trata sobre vosotros, vuestras decisiones, vuestras vidas.
Valle Paraíso es una prisión rodeada de altas vallas electrificadas y vigilada de cerca por los misteriosos vigilantes, que os someten a experimentos esperpénticos y a menudo dolorosos. Durante generaciones habéis soñado con escapar de Valle Paraíso, ya sea demostrando vuestra inteligencia a los vigilantes o enfrentándoos a ellos. En esta lucha se centra la campaña de Mutant: Genlab Alpha.
Este juego describe un ambiente de juego único y una campaña completa: Huida del paraíso. Mutant: Genlab Alpha no comienza en la Zona, como Mutant: Year Zero, sino en Valle Paraíso, un extenso y precioso valle en lo alto de una imponente cadena montañosa. Los animales mutados de Valle Paraíso están divididos en nueve tribus según familia de animales a la que pertenecen.
No sois las únicas criaturas mutadas en Valle Paraíso. Hay otras bestias rondando las sombras de las montañas: monstruos grotescos de proporciones anormales, hambrientos de vuestra carne. Muchos de vuestros compañeros de tribu han acabado como pasto para estos monstruos. No sabéis de dónde vienen estas bestias. Quizás los vigilantes los crearon para atormentaros, quizás siempre han estado aquí. Y, sin importar cuántos monstruos matáis, siempre parece haber más.
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