La isla fue una prisión para gente de todas las naciones de Théah durante muchos años hasta una mañana fatídica de finales de invierno, cuando los prisioneros reclamaron la isla para sí mismos. Bajo la dirección de una mujer con una máscara de terciopelo que se hacía llamar Allende, los prisioneros dieron un golpe fingiendo estar enfermos, haciendo huir a las autoridades, encabezadas por el cardenal Ordunez.
La isla, a pesar de su mala reputación, se ha vuelto un destino popular y da la bienvenida a invitados y visitantes, especialmente al dinero de sus carteras. Aunque muchos personajes indeseables pueblan la isla, sigue siendo uno de los pocos lugares en el que alguien puede encontrar prácticamente cualquier cosa, a cambio de un precio. La democracia de Allende le otorga a la isla un aire de libertad política y atrae a embajadores y agentes théanos de todas las naciones.
Todos los barcos que entran en el puerto reciben una ofrenda de cerdo ahumado y un barril de agua como regalo de bienvenida por parte de los isleños. Probablemente esto sea lo único que pueden esperar recibir gratis, pues Allende se niega a renunciar a la costumbre. Afirma que esta es una de las pocas cosas que distingue a la isla como una nación civilizada, en lugar de como depósito de inmundicia humana, lo cual podría ser una descripción más acertada.
Los bucaneros son apenas un grupo de diversas nacionalidades y apariencias, y aun así algunos comparten ciertos rasgos similares: una voluntad para trabajar duro y una inquebrantable lealtad hacia Allende. A pesar de su lealtad, las luchas y los desacuerdos surgen entre ellos.
Para mantener el orden, los bucaneros establecieron las Secciones. Cada Sección se encarga de un área específica de la vida en la isla. Para la mayoría de los residentes, vivir apartados de los recelos del resto de naciones es suficiente, pero para los que pertenecen a una Sección es una oportunidad de formar parte de algo más grande y de proteger su pequeña parcela de libertad.
Democracia en La Bucca
Cuando Allende se hizo con la isla al principio, tenía un gran plan sobre cómo gobernar una nación. Creía en un gobierno representativo para el pueblo, dirigido por el pueblo. Tras los primeros días después de que el barco del cardenal dejara la isla en manos de los prisioneros, convocó elecciones generales para posiciones como jefe de la guardia, comisario y supervisor. Los prisioneros dieron un paso al frente para ocupar estas posiciones, algunos más honestos que otros.
En aquella época, Allende llevaba una máscara de terciopelo, una parte de sus cadenas como prisionera en la isla. Prometió no quitarse la máscara hasta que pudiera convocar elecciones generales para presidente para recordarle a todo el mundo que también ella era prisionera.
Sobrevolaron rumores maliciosos sobre su identidad, pero los que trabajaron con ella para hacerse con la isla hablaron favorablemente de su liderazgo. Las elecciones presidenciales tuvieron lugar un mes después (ella fue la única que se presentó) y Allende fue elegida unánimemente. Fiel a su palabra, se quitó la máscara y les dijo a los prisioneros que quería que la conociesen y que sintieran que podían hablar con ella sobre cualquier cosa. Llevaría la máscara frente a los visitantes para recordarles las raíces de la isla nación.
Elecciones en La Bucca
Todos los años, Allende celebra elecciones generales a la jefatura de las Secciones, a capitán de la guardia y a presidente de la isla. Las elecciones son abiertas: cualquiera puede presentarse y el voto de todo el mundo tiene el mismo valor a la hora de determinar los resultados. Todos los años se presenta la misma gente y resulta elegida. A pesar de hablar de una verdadera democracia, está claro que no todo el mundo está de acuerdo con la utópica idea de Allende sobre un sistema de gobierno. Nadie se atreve a presentarse a presidente contra Allende (ella es optimista al creer que su liderazgo es demasiado inspirador como para oponerse a él) y las amenazas y sobornos corren a sus anchas todos los años en época de elecciones para asegurar el resto de puestos gubernamentales.
Allende no es del todo ajena a la corrupción incontrolada de su sistema, pero no tiene ni idea de cómo detenerla. El orden que impuso sobre los rufianes y los presos políticos parece que los entorpece y, mientras ella pueda, no les deja que se muevan con tranquilidad. Es consciente de las tramas políticas que existen contra ella, pero está atrapada en una posición en la que teme que, si deja de estar al cargo, la isla se sumiría en una anarquía total y en la actividad criminal, por eso permite que la corrupción continúe para asegurarse la lealtad de aquellos que se benefician de ella.
La vida en La Bucca
Aunque en sus orígenes estaba poblada por indeseables de todo el mundo, no hay ninguna otra nación que tenga mayor variedad de culturas conflictivas que La Bucca. Ciertas regiones de la isla son claramente multiculturales, mientras que en otras regiones se favorecen ciertos idiomas o tipos de música frente a otros. Es frecuente que un distrito se vuelva claramente vestenio y que un mes después los castellanos expulsen a los vestenios y reclamen el distrito para sí mismos. Más que cosmopolita, la isla se ha convertido en el núcleo de la diversidad y una celebración del vicio y la libertad.
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