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La bruja catalana solía transformarse en gato para acudir al aquelarre, mientras que los brujos lo hacían en lobo (ver el ungüento Pellejo de Bestia, página 208/158 del manual básico de Aquelarre).
A raíz de esta creencia, era costumbre en todas las casas tener una gatera o agujero practicado en la parte inferior de la puerta para que los gatos pudieran entrar y salir de las casas, ya que podían ser brujas atrapadas en el cuerpo del animal y por lo tanto había que contentarlas, so pena de que hechizaran a los ocupantes de la casa.
En la comarca del Camp (Tarragona) hay una tradición que habla de ciertos gatos embrujados que viven con el hombre pero que obedecen a las brujas, y de entidades diabólicas que tienen una fuerza y ferocidad tan extraordinarias que son más peligrosos que los lobos. Quizá por ello en San Quintín de Mediona (en la comarca de la Anoia) se practicaba en tiempos medievales una ceremonia pagana consistente en colgar de un árbol un gato vivo alrededor del cual bailaban todos los asistentes, totalmente desnudos.
Tras el baile, al parecer, se degollaba al animal, y todos los presentes debían untarse con su sangre. Esta ceremonia, que se realizaba por Carnestoltes (Carnaval), defendía a los que la practicaban de los hechizos de la goecia.
Otra ceremonia pagana relacionada con el gato se celebraba en la localidad tarragonesa de Prat del Compte, en la cual los habitantes del pueblo se cubrían el rostro con máscaras de piel de oveja, simulando ser gatos. Se celebraba un simulacro de boda entre una pareja (soltera) del pueblo y seguidamente un funeral, ya que se suponía que la hembra del gato mataba al macho inmediatamente después de la noche de bodas. Hay quien ve en esta ceremonia reminiscencias de otra más antigua, en la cual, tras hacer el amor públicamente ante todos, la muchacha disfrazada de gata sacrificaba a su pareja y con su sangre fertilizaba la tierra, preparándola para la próxima cosecha.
Rituales de fertilidad similares eran muy comunes en época prerrománica, aunque en el siglo xiv se encontraban prácticamente en desuso.
En el pueblo costero de Sitges hay una tradición que afirmaba que las brujas se convierten en gatos cuando mueren. Igualmente se dice que el padre de los gatos no es otro que Lucifer, del cual han heredado sus inquietantes ojos, que ningún otro ser sobre la tierra posee.
El calendario y el Diablo
Según se dice, era costumbre de las brujas reunirse semanalmente los viernes o los sábados para adorar a su infame señor, pero en el territorio del Principado estas celebraciones adquirían especial importancia las noches de San Juan y de San Silvestre (23 de junio y 31 de diciembre, respectivamente).
No obstante, el día más peligroso del año para las gentes piadosas era el 2 de octubre, festividad del Ángel Custodio, ya que se dice que en ese día los ángeles de la guarda asignados a los hombres tienen licencia para volver al cielo a disfrutar del Paraíso, quedando la raza humana indefensa frente a las intrigas del Diablo, el cual redobla sus esfuerzos para apoderarse de las almas de los hombres. Por ello había que tomar precauciones especiales: en Ripoll se quemaba pimienta, romero y ricino con la creencia de que el humo ahuyentaba al Diablo.
Era conveniente no pronunciar ninguna palabra relacionada con el Diablo ni con el Infierno, y mucho menos decir el nombre de alguno de los demonios, ya fueran mayores o menores, ya que en ese caso el demonio en cuestión se sentiría llamado y acudiría en el acto. Igualmente había que evitar pronunciar el sonido «boc», pues en lenguaje infernal es un saludo de bienvenida.
No se debían practicar juegos de azar este día, ya que el Diablo se divierte alterando los resultados de los naipes o los dados. Por último, había que evitar dejar lugares libres en la mesa de la comida, pues el Diablo podía sentirse invitado a comer, presentándose directamente desde los Infiernos. Tampoco era recomendable comer nada con los dedos sin haber hecho antes la señal de la cruz, ya que en ese caso, el Diablo se llevaría a los Infiernos al comensal. En contrapartida, el día más seguro en lo que se refería a posibles intervenciones diabólicas es el primer viernes de marzo, ya que es tradición extendida en toda Cataluña que, en dicha fecha, el Diablo celebra alegremente su cumpleaños con una gran fiesta en el Infierno que dura 24 horas, absteniéndose todos sus moradores de molestar a los hombres. Por tal motivo se denomina a esta fecha Sant Diable, y se consideraba una fecha óptima para cerrar tratos de negocios y hacer trabajos importantes, ya que se tenía la seguridad de que el Diablo no intervendría en ellos. Esta tradición fue perseguida por la Iglesia tradicional, que no veía con buenos ojos que popularmente se le asignara un día al Diablo.
En Dracs encontrarás una completa descripción del Principat: sus territorios, su historia, señores y vasallos, y sus órdenes militares y religiosas. Se ofrece un inspirador repaso a sus tradiciones y creencias, desde las costumbres del vulgo a las rutinas de los oficios, sin descuidar lo que se dice de las brujas y el Diablo, como hemos visto hoy.
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