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La gente de los mundos de Do: Peregrinos del Templo Volador tienen todo tipo de formas y tamaños, desde humanos tan normales como tú y como yo, a humilde gente vegetal, grandes monarcas, deidades veleidosas y, bueno, los propios peregrinos. A pesar de eso, sus problemas tienden a seguir patrones similares a los que cualquier arrugado y viejo monje del templo podría desentrañar con algo de experiencia.
Los peregrinos se hacen cargo de vejetes molestos con el modo en que los jovenzuelos advenedizos rompen las tradiciones de toda la vida. Los peregrinos median en los conflictos antiguos entre naciones que compiten por un pedazo de tierra flotante. Si estas negociaciones fracasan, los peregrinos tratan de detener la guerra resultante. Lo creas o no, estos son ejemplos de problemas sencillos.
Los dilemas de verdad son sutiles, peligrosos y resbaladizos, como una anguila eléctrica invisible (las cuales existen, por cierto). No es poco común que los asuntos del corazón se compliquen de forma desproporcionada. Ya sabes: amor juvenil florece entre familias rivales y todo ese rollo romántico. Lo contrario, lo extremadamente intelectual, tampoco es menos complicado.
Los problemas de la mente tienden a ser misterios enrevesados y cerebrales, sin soluciones que los habitantes de los mundos puedan identificar fácilmente. Además, hay más fuerzas cósmicas funcionando alrededor de los mundos. En ocasiones, las fuerzas de la naturaleza amenazarán la supervivencia de una aldea de un mundo. En ocasiones los dioses, personificaciones de las rarezas humanas, participan de forma demasiado activa en las vidas de la gente de los mundos, creando todo tipo de preocupaciones en la vida diaria de la gente.
Y es peor aún cuando quienes piden ayuda son los propios dioses. Pero eso es lo que tiene en común toda la gente de los mundos. Necesitan ayuda y los peregrinos son su última posibilidad de encontrar una solución. Cuando es evidente que la situación no puede empeorar, es cuando una persona de un mundo escribirá una carta al Templo Volador.
Un universo Windpunk
Con tan poco suelo firme que compartir, todas y cada una de las superficies acaban bullentes de vida. Las gentes de los mundos deben apañarse con cualquier superficie que puedan encontrar si quieren salir adelante por sí mismas.
La limitada cantidad de suelo firme también afecta al avance tecnológico de cada mundo,haciendo que cada uno sea un amalgama extraño entre la Edad de Piedra y eras de navíos e innovación. Tribus de cazadores-recolectores coexisten con aeronaves avanzadas y autómatas de madera. Una guerra en un mundo podría librarse tanto con lanzas como con complicada maquinaria bélica. Cualquier aparato avanzado fabricado por el hombre, como las aeronaves, acaba engalanado con hinchadas velas, propulsores y fuelles accionados por fuertes bestias.
¿Cómo funciona todo esto? Eh, no importa. Las velas molan y ya. La gente de los mundos puede tener tecnologías familiares, como carreteras, autómatas o incluso televisión. Si viene al caso, y a menos que se especifique lo contrario, asume que funcionan accionados por el viento de algún modo y que están fabricados de materiales naturales que no sean metal.
El metal es muy poco común y muy valioso por todo el universo. Incluso los navíos voladores más resplandecientes tienen muy pocas piezas de metal y, en su lugar, estánfabricados de materiales como madera, tela, huesos y cuero. Cuando se encuentra metal en un mundo, las prospecciones mineras lo desmenuzarán hasta que sea demasiado pequeño para albergar gravedad alguna.
Las ropas de estilo windpunk reflejan la tecnología. Los peregrinos visten sedas y algodones que ondean al viento, atadas con alguna cinta larga aquí y allá. Son comunes los sombreros y bufandas, así como las capas, mantos y fajines.